LAS PRIMERAS MAESTRAS
LAS
PRIMERAS MAESTRAS
Elena
Bermúdez Rey
Ángela
González Pérez
Wiam
Laaouina el Hachimi
Sagrario
Pérez Menor
Facultad
de Educación, Fábrica de Armas (Toledo)
D.
José Alberto Crespo
ÍNDICE
RESUMEN
Este escrito está
dividido en cinco partes.
La primera parte nos
explica el concepto de educación desde el punto de vista de Nicolas de
Condorcet, Immanuel Kant y Jean - Jacques Rousseau, para pasar a marcar las
características de las maestras que han ido apareciendo en cada época:
-
Maestra analfabeta (1783 - 1838)
-
Maestra maternal (1838 - 1876)
-
Maestra racional intuitiva (1876 - 1882)
La democracia es una
forma de gobierno justa y adecuada para vivir en paz y con conformidad. Para
conseguir una democracia ideal, es importante que gobernantes y ciudadanos se
comuniquen, ya que de esta forma conseguirán alcanzar objetivos comunes.
En los inicios del siglo
XXI la humanidad venció obstáculos, uno de ellos el excluir a la maestra por su
condición femenina. Pasados los años, el problema ya no era la exclusión, sino
la gran inclusión de mujeres en los sectores peor pagados, como es el
magisterio.
Entre los años 1783 y
1838 existía lo que podemos llamar maestra analfabeta, es decir, mujeres
que se dedicaban al magisterio sin ser profesionales, ya que el destino de la
mujer era la maternidad y en el matrimonio era innecesario que supiesen leer y
escribir. Siguiendo la opinión de estos autores solamente necesitaban la
educación que sus madres les pudiesen dar. Las madres que también eran
analfabetas solo podían transmitir a sus hijas comportamientos femeninos y
domésticos. Características como la dulzura, paciencia, limpieza y el pudor
hacen de estas mujeres las mejores cuidadoras de sus hijos, pero sin derecho a
recibir instrucción. Mujeres analfabetas, pero que llevaban impreso el instinto
maternal y el saber cuidar a los niños.
En la primera mitad del
siglo XIX la maestra maternal desarrolla su actividad y empiezan a
aparecer las primeras clases de párvulos para resolver una cuestión de
necesidad de la clase obrera. Alrededor de 1830 los políticos ponen su
intención en que haya más presencia femenina cualificada, pero aun así las
maestras se fueron incluyendo muy poco a poco en las escuelas, tenían tareas
menores, de poca importancia, apoyando al maestro y, sobre todo, en el cuidado
de los niños más que en su educación, ya que por su naturaleza maternal tienen
cualidades mejor valoradas para estos cuidados. El maestro se ocupaba de
enseñar y educar y la maestra de cuidar.
Situándonos entre los
años 1868 y 1882 aparece la maestra racional intuitiva. Este término
supone la tercera fase de la incorporación de la mujer a la educación pública y
hace referencia a una profesional a la que se le exige cursar un método para
enseñar en el aula. Según Nicolas de Condorcet, todas las características que
la mujer ha ido aprendiendo en el hogar por su condición de cuidadora, la
convierten en la candidata idónea para desempeñar el trabajo de maestra.
En la actualidad,
consciente o inconscientemente aún hay prejuicios sobre la inclusión de ciertos
puestos para mujeres. Con el paso del tiempo, las mujeres han sido mejor
valoradas. Hoy en día, probablemente sea más fácil para una maestra que para un
maestro el cuidado y algunos grados de enseñanza, por ejemplo, en los cursos de
infantil, ya que los pequeños crean un vínculo semi-maternal con su profesora.
Hubo un tiempo en el que la
mujer quedó apartada de la labor del campo, de la cultura y de la instrucción.
Esta exclusión se justifica manifestando que el destino biológico de la mujer
era la maternidad y el matrimonio, pues sólo ella tenía la capacidad de enseñar
a sus hijas a ser madres y esposas, por lo tanto, la mujer quedó reducida de
sus derechos fundamentales.
En la década de 1770, Carlos
III inicia la andadura profesional de la maestra española. Este modelo se
inició en España y no desaparecería hasta 1838. Los ilustradores españoles como
Jovellanos, Campomanes y Cabarrús ven a la mujer como un punto blanco
privilegiado para la infancia. Las mujeres estaban incluidas en sus proyectos
de reformas, pero excluidas de las labores que se consideran más apropiadas
para el hombre, como la agricultura, que era la principal fuente de ingresos en
España. Por lo tanto, lo justificaban como que el trabajo del campo no era
suficiente para emplear a toda la población y a la mujer se le consideraba
privada de fuerza muscular por su condición femenina. Su destino biológico fue
empleado en la industria textil. Campomanes consideraba más aptas a las mujeres
para este tipo de trabajo, ya que no requiere gran actividad muscular. También
consideró conveniente que las familias nobles acogiesen en su casa a mujeres
con menos recursos, ocupándose de alguna tarea de utilidad.
El 11 de junio de 1783 se
establecieron oficialmente las escuelas de niñas en España. Estas escuelas
contarán con el respaldo económico de las Diputaciones de la Caridad, que son
instituciones de carácter vecinal creadas por Carlos III, cuya finalidad es
crear escuelas y entidades caritativas en los barrios.
Las condiciones que se exigían
para ejercer dependían del sexo:
-
Para ser maestro era
necesario pasar una prueba de doctrina cristiana, saber leer, escribir y
contar, demostrar tener una buena vida, costumbres y entregar un certificado de
limpieza de sangre.
-
Para ser maestra solo
era necesario un informe acerca de su vida y costumbres, y ser examinada de
doctrina cristiana. Simplemente se fijaban en su reputación, ya que nos les
importaba que no supieran leer ni escribir, es decir, que fueran
analfabetas. Por lo tanto, la educación que va a ofrecer la maestra a las
niñas va a ser moral, no intelectual.
Las diputaciones del barrio
estaban encargadas de ayudar económicamente a vestir a las niñas y a ofrecer
materiales para llevar a cabo su enseñanza.
Estas maestras procedentes de
clase media social desfavorable y escasos conocimientos debían enseñar
comportamientos dignos y alejarlas del mal vivir.
Lo primero que enseñaban las
maestras a las niñas eran las oraciones de la Iglesia, la doctrina cristiana,
las buenas costumbres y también les enseñaba a coser, es decir, las niñas
aprendían en la escuela todo tipo de utilidades para cumplir con sus futuras
funciones maternales y las madres o tutoras desde el hogar se encargan de
modificar vicios y malas costumbres.
La junta de Damas de Honor y
Méritos de la Sociedad Económica Matritense (1787-1882) estaba compuesta por 14
damas ilustradas, que estuvieron encargadas de vigilar el funcionamiento de la
escuela femenina. Este hecho era una novedad histórica en España, ya que las
mujeres nunca se habían reunido antes, excepto para rezar. El 90% de las damas
estaban casadas y podían combinar perfectamente sus deberes familiares y
domésticos.
La maestra podía estar soltera,
viuda o casada, pero tenían que pasar por una prueba para ingresar, que consistía
en medir su cultura y su habilidad con la aguja.
La escuela
Patriótica se hizo para ocupar a las niñas pobres en las industrias
artesanales, donde las alumnas aprendían bajo la supervisión de la maestra. Más
tarde, estos objetos textiles eran expuestos en mercados y los beneficios que
sacaban eran para sufragar los gastos.
El Informe de Quintana
plantea importantes dificultades referentes a la escolarización masculina, ya
que lo que quiere lograr en la educación es una evolución y un progreso de la
sociedad, no solo que sirva como una reforma social. Por lo tanto, propone enseñar a leer con sentido, escribir
con claridad y con buena ortografía, infundir en los dogmas de la religión,
enseñar los principios de la buena moral y crianza e instituir sus derechos y
obligaciones como ciudadanos.
El suceso de este
informe consiste en el llamamiento al comienzo de la igualdad de las
oportunidades educativas.
Los ideales de Quintana
están muy relacionados con los de Condorcet, los dos consideran que es un deber
del Estado brindar formación a todos los ciudadanos, sin embargo, se muestran
incapaces de llegar a la misma resolución con la educación de las mujeres, a la
que niegan el derecho de recibir instrucciones públicas, ya que el papel de la
mujer lo ven como una pieza innecesaria para alcanzar el progreso nacional. Por
lo tanto, la enseñanza del hombre y de la mujer debería de ser diferente, ya
que viene marcado por la propia naturaleza, que ha adjudicado a cada sexo un
oficio distinto, así pues, el destino de la mujer es la maternidad y su
educación debe ser moral y doméstica.
El futuro político de
España se encuentra en manos de un Rey que no tiene muy claro el sistema
político que adoptar, por lo tanto, la educación en España sufre un retroceso,
ya que como consecuencia de los desórdenes políticos y la guerra Carlista, el
monarca propuso que la educación pasará a manos de la Iglesia. En efecto, la
educación femenina va a seguir el patrón religioso aún más duro e ineficiente.
La política educativa de
Carlos III y Fernando VII es totalmente diferente, ya que, para cubrir la
financiación de la enseñanza primaria, Carlos III sufragaba los gastos de las escuelas
a través de diputaciones y Fernando VII decide encargar a la Iglesia de la
financiación la creación de Escuelas para niños pobres, y más adelante se
llegarían a solicitar las escuelas de niñas en los conventos.
Los contenidos que se
imparten en la educación primaria dependen del nivel económico de cada
municipio, por lo tanto, se va a generar desigualdad social.
En 1824 se difunde el
Plan Calomarde. Se lleva a cabo una reforma total de la enseñanza y recoge
muchas ideas del anterior reglamento, pero no abandona el programa de
alfabetización de las mujeres en relación con su formación religiosa, ya que
les iba a permitir leer en los catecismos y eso resultaba de gran utilidad al
Estado.
El Real Decreto del 16
de febrero de 1825 se ocupó de la Escuela de Primeras Letras. Aspiraban a
desarrollar establecimientos donde las jóvenes obtuvieran la cultura general de
las clases acomodadas. A consecuencia de esto, nace el Plan y Reglamento de
escuelas de Primera Letras de 1825, donde se establecen cuatro tipos de
escuelas que impartían una educación adaptada a las condiciones sociales y
económicas de cada ciudad o municipio. Las escuelas consideradas de primera
clase se establecen en los cuarteles de Madrid y las capitales del reino, las
escuelas de segunda clase se encontraban en los barrios madrileños y en las
capitales de provincias, así como, los pueblos cuyo número de vecinos llegasen
a mil. Las escuelas de tercera clase eran los pueblos entre quinientos y mil
habitantes y, por último, las escuelas de cuarta clase eran los pueblos de cincuenta
a quinientos vecinos. En las escuelas de primera y segunda clase la enseñanza
era más amplia y los maestros ingresaban por oposición, mientras que en las dos
últimas la educación era más reducida y los maestros ingresaban por examen.
En el reglamento de 1825,
el legislador determina el comportamiento y el nivel de conocimientos que exige
de estas maestras. Se establece conseguir un prototipo de mujer aferrada a los
principios religiosos y así serviría de medio para fortalecer su política
absolutista, por lo tanto, la mujer maestra quedaba excluida del derecho a
elegir el contenido y métodos de la enseñanza, pero no tenían que pasar ninguna
oposición para ejercer como era el caso del maestro, si no con una prueba, cuyo
nivel disminuye, dependiendo del nivel económico del municipio. Estas maestras
eran examinadas por mujeres que debían calificar su cultura femenina, su
formación religiosa y su conducta moral, pero en el caso de que las maestras
estuvieran casadas debían presentar una autorización del padre o del marido
para poder ejercer.
La mentalidad de esta
época entendía que el cabeza de la familia era el hombre, por lo tanto, la
mujer debía de ganar menos que él, ya que a ella se le consideraba como una
sombra.
Por lo tanto, va a haber
una gran diferencia entre el sueldo de la mujer y del hombre, ya que, en el
ámbito educativo, el maestro de primera clase pasó a ganar en Madrid 8.000
reales y la mujer con la misma situación cobraba 3.000 reales. Esta cantidad
iba disminuyendo a medida que descendía el número de habitantes.
En los centros privados
se da mejor calidad de educación femenina, pero no varían los sueldos que
recibían estas maestras, ya que ganaban lo mismo que una maestra en una escuela
pública, pero a estas mujeres el sueldo no les importaba tanto como el
prestigio, puesto que, en estos centros privados sólo acogían a niñas de clase
social más elevada.
Nos adentramos ahora con la
mejora de una maestra analfabeta a una maestra maternal, referido a términos familiares.
Una maestra maternal se va a
basar en una esposa que ayude al marido, estará más integrada a nivel familiar.
Estamos ante una época en la
que es muy difícil escolarizar a la infancia, la necesidad económica es lo que
hace posible la necesidad de formar también en la cultura, aunque sea mínima de
las mujeres, eso sí, sin olvidar el papel principal de un hombre, que será el
que siga dirigiendo en este ámbito de la educación.
Se presenta la figura de la
mujer en la educación con el mismo rol que en el ámbito familiar, es decir, al
ser madre y esposa al mismo tiempo, repercute también en los niños en el ámbito
familiar y una mujer es la que pasa con sus hijos los primeros años de infancia
mientras el padre, cabeza de familia, trabaja.
Las mujeres, por tanto, son las
que dan a los niños los valores morales, siendo buenas esposas, maestras
maternales y unas figuras inferiores al hombre, pero necesarias a partir de
ahora en la escuela. Representando a la familia, padre como patriarca, madre
ocupándose de los hábitos de limpieza, inculcando moralidad a los niños, los
valores que necesitan interiorizar los van a tener a través de ese apoyo de las
maestras en la escuela.
Con Montesino, político
progresista, en la Cortes de Cádiz (1812), emigró a Inglaterra a la vuelta de
Fernando VII (1823), y allí se inspiró en las escuelas inglesas, apoyando la
idea de que las maestras aprendieran en la práctica ayudando al maestro.
Con la muerte de Fernando VII,
en 1833, vuelve a España y se interesa por las reformas educativas, sobre todo,
por la educación de la mujer y por la escolarización infantil, impulsando la
Primera Escuela Normal de párvulos en Madrid y escribiendo el primer manual
para maestros a este nivel educativo.
Para afrontar este nuevo nivel
de educación se necesita a la mujer. Hasta ahora no se había valorado la
posibilidad de la alfabetización en éstas, pero ahora tendrían una educación
hasta cierto punto, siempre bajo la tutela del maestro y así, el niño, vería en
párvulos la misma figura en la escuela que en el ámbito familiar, una maestra o
una madre que al igual que se ocupaba de la higiene o alimentación en casa, en
el colegio se vería reflejado este modelo social basado en la familia
patriarcal.
El patrón que se debía seguir
para ser una maestra era ser joven, buena esposa, sumisa, llena de amor y
valores, y para aprender, necesita al maestro, desempeñando en la escuela el
mismo papel que hasta ahora ha tenido en la casa, pero en la escuela, con la
particularidad de que ahora, gracias a Montesino, se consigue incluir a la
mujer de manera subordinada al maestro, por lo que no cobra, pero se soluciona
así el problema de la alta demanda de escolarización, teniendo dos maestros por
el precio de uno.
La maestra maternal se va a
dividir en dos niveles, dependiendo del número de párvulos que tenga el
maestro, el nivel de conocimiento y el nivel de conocimientos exigidos. Así,
podían llegar hasta 250 alumnos, siendo también ayudados por una criada, pero
siempre siguiendo este modelo de ambiente familiar.
Se puede decir que el modelo de
maestra maternal surge paralelamente por la necesidad de la clase obrera
de llevar a sus hijos al colegio y así poder ser atendidos.
La primera escuela de párvulos
se abre en 1838, gracias a una donación que puede llevar a cabo esta apertura.
Una escuela que muchos países europeos habían establecido después de visitar en
Londres las “infant schools” y fijarse de ellas.
Es en 1850 cuando la Escuela
Normal Central pasa a depender del Estado y con la Ley Moyano (1857), primera
ley en la que se regula la enseñanza en tres períodos, se dispone que el
gobierno debe establecer párvulos en las capitales de provincia y en las
poblaciones de más de diez mil habitantes, aumentando así, más en los privados
de 54 a 468 que en lo público, de 41 a 347, sin saber si era por la confianza
de los padres en estos centros o por la poca consideración de las escuelas
públicas por el Estado.
En estas escuelas, todos los
niños y niñas aprendían imitando, conociendo desde su infancia principios morales
y religiosos, basándose en ese aprendizaje de imitación, proyectando a través
de los adultos cómo tenía que ser la familia y qué buenos hábitos debían
adquirir.
No sólo se pretendía esto, sino
que, también, publicando en 1939 el Reglamento de Comisiones de Instrucción
primaria, se pretende que los profesores proyecten a los padres el ejemplo del
colegio para que los padres también los respeten a ellos y sean modelos en sus
casas para sus hijos.
Con estos centros de párvulos
se intenta crear una sociedad igualitaria, en la que los niños son cuidados en
un ambiente de respeto por personas cariñosas que piensan en su bienestar, pero
se puede pensar que tiene un doble sentido, es decir, más que la sociedad
igualitaria, parece más un comportamiento religioso.
Hasta 1857 el modelo de maestra
es el de una maestra debajo del ala del hombre, sin cualificación y es a través
de Moyano y el interés que despierta en la clase alta esta formación, por el
que se propone un plan de estudios más profesional, aunque por supuesto
enfocado al hogar, no al magisterio, siendo el comienzo de una maestra racional
intuitiva.
Con la Ley Moyano, se intenta
establecer y conseguir un mínimo de derechos para los maestros, no maestras, en
los que la sociedad tenga gran desinterés, ya que los padres preferían a sus
hijos trabajando con ellos y no sentados en una silla perdiendo el tiempo.
La escuela había estado muy
descuidada, menospreciando al maestro, con falta de reconocimiento tanto por la
sociedad como por el Estado, ya que económicamente los ayuntamientos no
invertían en las escuelas.
Gracias a la ley Moyano, se
establecen más escuelas para niñas y se abre en Madrid la primera Escuela
Normal Central de Madrid, primer paso para reconocer a las maestras.
La Ley obliga fija la gratuidad,
para familias que realmente no puedan pagarlo y establece la obligatoriedad,
encargándose las autoridades locales de financiar, apareciendo el problema de
que cada Institución lo hacía como le parecía.
El modelo de escuela que se
propone está claramente enfocada a los niños, si los habitantes eran menos de
500 podían ponerse de acuerdo los pueblos vecinos y establecer una escuela en
común, surgiendo el problema del transporte y a la vez del incumplimiento.
Así, Moyano, permitió crear
escuelas incompletas que fueran mixtas para todo el año o por temporadas, en
las que estaba al frente una persona sin titulación de maestro, que podía ser
el párroco, el secretario del ayuntamiento o una persona compatible con la
educación.
Este tipo de escuelas en las
que los maestros no eran maestros se crean desde un punto de vista económico,
ya que la Educación para Moyano tenía todos los puntos de vista menos el más
importante, el pedagógico, lo que hace que se produzca un desacuerdo por parte
de los maestros, los cuáles, cada vez más perjudicados e infravalorados,
buscaban otros trabajos mejor remunerados.
El abandono de maestros se
convertía en oportunidad para las maestras y solución económica para el
gobierno, ya que tenían la tercera parte de un sueldo de maestro y aunque
estaban mucho peor formadas que el sector masculino, no importaba debido a la
mejora de la economía.
Por otro lado, también se
convirtió en un problema dejar a la Juntas Locales que administran el dinero
para los colegios en las Juntas Provinciales si se invierte más dinero en los
colegios. Aun así, Moyano tuvo que tomar medidas cómo la obligatoriedad de ir
al colegio entre los 6 y 9 años, multando el incumplimiento, pero el índice de
analfabetismo siguió siendo muy amplio. En 1880, más del 62% de la población
estaba sin escolarizar.
Aun cuando el abandono de los
maestros permite incluir a las maestras, la ideología sobre el sexo femenino
sigue manteniendo prudencia para que no aprendan demasiado, sólo dentro de los
límites de su feminidad.
Aunque cada vez eran más las
maestras que recibían formación, estaba el problema de que la única Escuela
Normal se encontraba en Madrid y la familia no enviaría a una mujer allí para
que perdiera sus valores morales. Mientras, eran las clases acomodadas las que
recibían esa educación a través de las doctrinas cristianas, sin estar
reguladas por el Estado, ya que, no es hasta 1877 cuando se establecen normas
para regular el establecimiento de estos centros.
La inferioridad del sexo sigue
vigente, los inspectores de escuelas que se encuentran con el analfabetismo que
tienen los maestros (muchos de ellos porque los regalaron el título) y
maestras, conscientes de que la mujer necesita orientarse, crearon manuales
para ayudar al sexo opuesto, basado en una mujer con una fuerte doctrina
cristiana, para no perder ese sentimiento moral y religioso, basado en la
caridad o en la modestia. Inculcando el método de Montesino, una mujer con el
mismo papel en la casa y el colegio, sumisa al sexo superior, el hombre.
Magisterio sigue sin verse cómo
una profesión de mujeres. Los manuales se dirigen a madres y maestras, es decir,
a una futura esposa y madre, esperando de ellas que inculquen la misma
moralidad a las niñas.
Tristemente, la mujer, aún no
se considerará un ser racional, simplemente, es un ser a la que se le asigna
una función moral que debe adquirir y transmitir.
Nos encontramos en el momento
en el que España se abre a Europa para transformarse en un país moderno
capitalista. Se introdujo el Krausismo y como consecuencia de ello, el nivel
exigido a la maestra fue disminuyendo. Más tarde, gracias a los límites
académicos que introdujo en el país Moyano, las diferencias en la formación que
recibían mujeres y varones fueron disminuyendo. Se produjeron cambios
significativos que llevaron al tercer modelo de maestra.
El modelo de maestra maternal
propuesto por Montesino (el cual estaba copiado por infant schools inglesas),
supuso la incorporación de la maestra en las escuelas públicas. En cambio, este
modelo continuará presentando diferencias sustanciales entre maestros y
maestras.
Según Kant, la naturaleza de la
mujer había sido engendrada para sostener el hogar, a su marido e hijos, sin
embargo, el hombre por naturaleza debía de ser sometido a la escolarización e
institución. Más tarde, se tomó conciencia de la influencia positiva de la
inclusión de maestras en la escuela. Sus primeros puestos fueron destinados a
los primeros ciclos, ya que gracias a su experiencia como madres tenían ya esa
cualidad de crianza. Cabe resaltar también que, con la Ley Moyano, la maestra
cobraba la cuarta parte de lo que cobraba un maestro. Los ayuntamientos que
aprovecharon esta ventaja fueron motivando y elogiando a las mujeres para que
ejercieran de maestras y se les fue formando para que subieran de nivel dentro
de la escuela. Esto produjo desinterés por parte de los hombres, los cuales
fueron abandonando esta profesión. Sin embargo, por el otro lado, la mujer se
llenaba de prestigio y reconocimiento social.
Más tarde surgió la maestra
racional intuitiva. A esta se la exigía cumplir tanto en la escuela como en el
hogar. La mujer sufría y sigue sufriendo hoy en día estas exigencias. Se pide
que responda en la escuela con todas las exigencias y que, a su vez, cumpla
todos sus deberes del hogar. A las maestras se las reclamaba mayor
profesionalidad en el ámbito educativo, por lo que el 31 de marzo de 1876 se
abrió la primera escuela modelo de párvulos, organizada como jardines de la
infancia. Esta seguía la teoría de Fröbel. Se formaban a madres y maestras, ya
que consideraba que las dos tenían una misión muy parecida, llegar al fondo de
la naturaleza infantil para conseguir, con la ayuda de esa intuición femenina,
un mayor provecho de las capacidades de la niñez. Fröbel también consideraba
que era importante mantener la división entre ambos sexos para mantener el
equilibrio de la “unidad humana”. Se consideraba que la mujer conocía y
respetaba mejor que el hombre la infancia al haber dedicado más tiempo a cuidar
de sus hijos, resulta el agente educativo idóneo para acometer la tarea de
regeneración social a través de la educación. Esta se consideraba como el
nuevo aparato de control.
La mujer era la maestra tierna,
alegre, candorosa y risueña, con una paciencia sin límites, que tenía un
instinto peculiar para adivinar las necesidades más pequeñas, un timbre de voz
que atrae, unas maneras distinguidas, una imaginación viva llena de
recursos. La maestra estaba señalada para educar a la infancia durante los primeros
seis años de vida, y después, a partir de esa edad, el hombre debía continuar
con la obra empezada. Para la mujer nunca estuvo bien visto que trabajara, esto
era la labor del hombre, las mujeres solo trabajaban cuando se consideraba una
necesidad de fuerza mayor, por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial, en
la cual los hombres salieron del país y se quedaron las mujeres cubriendo los
puestos en los que el hombre ejercía. A la mujer no se le permitía desempeñar
ninguna labor que no sea la del hogar, el trabajar estaba considerado un deber
del hombre. Sin embargo, cuando comenzaron a incorporarse en el mercado laboral
como maestras se generó un clima social muy favorable, ya que se consideraba
una profesión que era compatible con los roles de la mujer. Su instinto, su
dulzura y su paciencia para educar fueron usados como argumentos para conseguir
la aceptación de la incorporación como maestra en la sociedad.
Durante las Actas del Congreso
Nacional Pedagógico de 1882 la incorporación de la mujer comenzó a echar
raíces, fue aceptada por todos excepto por un maestro. En este mismo congreso
se aceptó que la mujer debiese de dirigir su propia aula en párvulos, por lo
que pasó de ser la auxiliar del maestro, a ser la maestra. Esta comenzó a
aplicar el método intuitivo de Fröbel, para activar el proceso de aprendizaje
despertando en la infancia el interés y la curiosidad. El objetivo de la nueva
pedagogía era cambiar el proceder mecánico y pasivo de la escuela antigua por el
activo y educador de la escuela moderna, donde el profesorado debía limitarse a
despertar y dirigir las fuerzas del niño.
Sonsoles San Román reflexiona
en la última parte del libro sobre el proceso de feminización que se ha dado en
España. Las últimas estadísticas nos hacen ver el fenómeno de feminización que
presenta la enseñanza en la actualidad, ya que el 95% de la plantilla son
mujeres en preescolar. Esta representación va bajando a medida que se aumenta
de ciclo, en secundaria baja y a niveles universitarios todavía más. Una de las
razones puede llegar a ser que se le da más tiempo para el estudio y para
prepararse para una oposición a los hombres.
Los motivos que facilitaron la
feminización fueron varios, entre ellos, las mujeres tenían asimilado que sus
trabajos no podían ser en asuntos públicos, lo que les hizo renunciar a dichos
puestos y mostrar su interés en la enseñanza. Las autoridades por intereses
económicos empezaron a preferir maestras porque en muchos casos les pagaban
menos y resultaban más dóciles y manejables que los maestros. Otro motivo fue
la obligatoriedad de la enseñanza primaria en la población infantil, se
abrieron muchas escuelas para complementar las privadas y esto favoreció la
demanda de maestras.
Como conclusión, la maestra
tuvo la primera profesión femenina aceptada por la sociedad. Sin embargo, no
comenzó a ejercer como lo hace en la actualidad.
Antiguamente, se consideraba
que la mujer había sido engendrada para la crianza de los niños y este es el
origen de la aceptación de su incorporación en el mercado laboral como maestra.
Se estaba sacando a la mujer de su hogar, sin embargo, se hizo respetando
su respectiva innata naturaleza de criar, su labor en el trabajo era compatible
con el concepto de mujer que se tenía, por lo que fue aceptado por todo el
mundo. A su vez, económicamente se convirtió en una ventaja el contratar a más
mujeres que a hombres como maestros, ya que la mujer cobraba una cuarta parte
de lo que cobraba un hombre.
En los inicios de las maestras,
comenzaron a ejercer como auxiliar del maestro, era su sombra, y no tenía
libertad ni para aportar sus ideas ni mucho menos para dirigir el aula. Más
tarde, los hombres veían viable que una mujer se pudiera encargar de una clase,
en cambio, esta no podía ser cualquiera, sino que debía de ser un aula de 3 a 6
años. Por lo tanto, se organizó de la siguiente manera:
Las mujeres pasaban de ser
auxiliares a ser maestras hasta los 6 años, y a continuación, los niños pasaban
a ser atendidos por los maestros, los cuales terminaban de culminar lo que las
maestras habían comenzado.
El magisterio comenzó a ser un
trabajo con prestigio y así lo hicieron, con el objetivo de motivar a las
mujeres a ejercer de ello. En la actualidad se puede seguir observando como el
magisterio es predominado por el sexo femenino, la hipótesis que consideramos
es la de los estereotipos. Hoy en día seguimos teniendo muy marcado lo que es
un hombre y sus deberes y lo que es una mujer y sus deberes. El objetivo es
eliminar estos estereotipos e inculcar y visualizar que los trabajos no están
vinculados a ningún género.
REFERENCIA
BIBLIOGRÁFICA
San Román, Sonsoles. (1998). Las
primeras maestras. Ariel Practicum.
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